viernes, 29 de abril de 2011

La lluvia



Empapada por las gotas de la lluvia, me encuentro en medio de una calle desierta. Las lágrimas se deslizan por mis mejillas. Me doy cuenta de que no solo mi cuerpo se halla calado, sino que mi alma está inundada por las cataratas de la agonía. Si no lo llego a ver no lo llego a creer. Me lo advirtieron mil veces, las mil veces que quise negarlo. Cerré mis ojos con fuerza intentando volver el tiempo atrás, pretendiendo borrar lo que mis humedecidos y enrojecidos ojos habían visto. Él, mi él, ya no era mío, que tonta, en realidad nunca fue mío. Creí que lo tenía entre mis manos, que su corazón me pertenecía a la par que le pertenecía el mío. Me encuentro rota, creo que sí se puede morir de amor. La lluvia es más intensa así como mi dolor, que también se agudiza. De ella…, es ahora el él de ella. ¡Ingrata amiga! Ella también era mi ella. Mi gran confidente, mi compañera… Él me ha arrebatado a ella y ella se ha llevado a mi él. Me siento paralizada por el dolor. No quiero estar en ningún lugar, desearía poder salir volando hacia la morada de las almas que se desvanecen a través del aire y van a un lugar mejor. Me quedaré aquí parada, mojada por la lluvia hasta que mi vida se desvanezca, permaneceré impasible ante la muerte. La deseo, la aclamo…
Soy un cuerpo sin vida y un alma que llama a la muerte.






Jessy

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