lunes, 18 de abril de 2011

Frase inspiradora de hoy

"Después del llanto viene la risa" (Era al revés, pero así es más positivo, ¿no?)

Ejercicio de conciencia



HOY




Soy un naranjo




Me siento azul




Me identifico con la mariposa







¡Qué primaveral me siento hoy!

Significado de los sueños

Aquí van tres conceptos con los que se sueña comúnmente y nos desconciertan: SOÑAR con que se te caen los dientes: significa que nos sentímos frustrados o angustiados por el paso del tiempo, que pensamos demasiado en el pasado y nos agobia avanzar. Nos da miedo fracasar en nuestros objetivos. SOÑAR con una casa: Si se sueña con la casa propia indica que estamos en armonía. Si es una casa desconocida, estamos un poco desorientados con nuestra vida.Si la casa está vacía, representa la inseguridad. Si la casa se mueve, indica que estás experimentando cambios personales. Si se sueñas que estás limpiando tu casa, quiere decir que necesitas limpiar tus pensamientos y deshacerte de antiguos prejuicios. SOÑAR con la muerte: Si sueñas con tu propia muerte, representa la liberación de las preocupaciones actuales y significa que hemos cambiado de etapa y hemos enterrado todos nuestros problemas. Si sueñas con la muerte de un ser querido,es porque careces de algo que esa persona tiene. Soñar con la muerte de alguien que fue algo en tu vida puede significar que esa persona ya no representa nada para tí.

Hablo de un concepto: Los vecinos (y este concepto da para mucho)

Los vecinos son esos seres que en antaño eran como miembros de nuestra família. No nos sabía mal visitarlos con frecuencia para ver qué tal les había quedado el mueble del comedor o qué bonita era su tele. Si nos faltaba algún condimento esencial como es el arróz, el azúcar o la sal, acudíamos a su puerta con una amplia sonrisa a pedir el producto y nunca nos aceptaban la devolución cuando lo comprabamos al fin. Ahora, las cosas han cambiado. Los vecinos son seres extraños con los que apenas te cruzas un hola. Son tan raros que a algunos ni los conocemos, aunque si sabemos buena cuenta de sus vidas íntimas, puesto que las paredes oyen. Todos tenemos al típico vecino que nos hace la vida imposible (le solemos conocer con el nombre de vecino-toca-pelotas). Ese es el vecino que nos amarga la existencia (pensamos más en él que en la declaración de la renta). Yo tengo la suerte de vivir bajo el suelo de una adorable ancianita que estimo mucho (¡por supuesto que estoy siendo irónica!) La señora llenita (por no decir gorda) y con peluca (porque es imposible tener esa mata de pelo negro a su edad), me endulza los oidos con la misma procesión todos los días (y ahora que estamos en semana santa, sus procesiones son más intensas). La mujer tiene insomnio (¿cómo no va a tener insomnio si se ve todas las repeticiones de Sálvame). Bueno, entonces como ella no puede dormir, opta por no dejar dormir a nadie (ya se sabe, mal de muchos consuelo de tontos). Pasea por su casa en andador, pero como tiene miedo de resbalarse, utiliza una silla (mueble) para sus traslados de la habitación al baño y viceversa. La tal silla que arrastra, a mí me semeja un sofá, por el ruido estridente que se escucha aquí abajo. Lo más gracioso es que su salita-habitación (desde donde ve Sálvame) está situada justo arriba de mi habitación. A la hora de arrastrarse (porque no anda, se arrastra) no tiene en cuenta los horarios (puede ser por la mañana bien temprano, o a la una, dos, tres, cuatro e inclusive las cinco de la mañana (que yo no cuento como si fuera por la mañana, ¡si a esas horas no están ni hechas las calles!) Muchas veces me despierto sobresaltada pensando: ¡TERREMOTO!, hasta que me doy cuenta de que es ella que se está arrastrando. Me da tal coraje que utilizo la escoba que tengo detrás de la puerta para darle unos toquecitos a mi techo-su suelo. La escoba es de caña, del último disfraz de Halloween, no sabía dónde meterla hasta que le encontré esa utilidad. Aunque NUNCA para, porque creo que está sorda, aunque no sirva de nada, desetresa que es un gusto. Seguro que muchos de vosotros os sentís identificados con esta historia. Y me pregunto: ¿Cuando volveran aquellos tiempos en los que había buenos y encantadores vecinos?

Microrrelato 6

Paralizada "¿Por qué me mira así?"_me preguntaba desde aquel extraño lugar acristalado en el que me encontraba. "¿Qué sucede?" "¿Por qué no puedo moverme?" "¡Estoy desnuda!" De repente todo quedó claro cuando escuché aquella voz. -Susana viste al maniquí con las nuevas tendencias veraniegas. Jessy

Microrrelato 5


Los zapatos


-Ella sabe lo que se hace_ me dijo su mejor amiga cuando le conté lo que me había sucedido.


-Pero es que no me parece normal la horrible escena que mis ojos presenciaron.Ella en mi cama, cabalgando como una salvaje bajo aquel hombre con caros zapatos que ni tan siquiera se había quitado.


-¿No sabías que ese hombre es su jefe?


-No le vi la cara. Solo le vi… bueno eso… los zapatos.


-¿No teníais problemas económicos? Ya sabes… Los niños, la ropa, las cenas, los viajes…


Asentí comprendiéndolo todo.


-¡Cuánto me quiere mi mujer!


Jessy

Jorge Bucay Cuentos para pensar Circulo del 99

Musica que inspira:Romeo and Juliet - I'm Kissing you

Literatura: Jorge Bucay


Para empezar bien la semana me gustaría dedicar esta sección a Jorge Bucay. Es un psicoterapeuta gestáltico. Este tipo de psicología es de tipo práctica y muy eficiente. Pretenden curar al paciente con pensamientos positivos, haciendo que supere sus problemas sin llegar al origen de la cuestión y sin terapias de choque como acostumbran a hacer el resto de psicólogos. Con la psicología que postula Bucay aprendemos a ser felices e ignorar nuestros problemas aceptándolos. Todos los cuentos de Bucay van encaminados a ese fin. Pretende hacernos pensar, hacernos feliz de verdad, deshechando el materialismo y alimentando de amor y buenos sentimientos nuestro espíritu.



El círculo del 99


Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente, llamado Hasán, que como todo sirviente de rey triste, era muy feliz. Todas las mañanas llegaba a traer el desayuno y despertaba al rey cantando y tarareando alegres canciones de juglares. Una sonrisa se dibujaba en su distendida cara y su actitud para con la vida era siempre serena y alegre. Un día el rey lo mandó a llamar. -Hasán -le dijo- ¿cuál es el secreto? -¿Qué secreto, Majestad? -¿Cuál es el secreto de tu alegría? -¡No hay ningún secreto, Alteza! -No me mientas, Hasán. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira. -No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto. -¿Por qué está siempre alegre y feliz? ¿Por qué? -Majestad, no tengo razones para estar triste. Su Alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la Corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz? -Si no me dices ya mismo el secreto, te haré decapitar -dijo el rey-. ¡¡¡¡Nadie puede ser feliz por esas razones que has dado!!!! -Pero, Majestad, no hay secreto. Nada me gustaría más que complacerlo, pero no hay nada que yo esté ocultando... -Vete, ¡vete antes de que llame al verdugo! El sirviente sonrió, hizo una reverencia y salió de la habitación. El rey estaba como loco. No consiguió explicarse cómo el paje estaba feliz viviendo de prestado, usando ropa usada y alimentándose de las sobras de los cortesanos. Cuando se calmó, llamó al más sabio de sus asesores y le contó su conversación de la mañana. -¿Por qué él es feliz? -Ah, Majestad, lo que sucede es que él está fuera del círculo.. -¿Fuera del círculo? -Así es. -¿Y eso es lo que lo hace feliz? -No Majestad, eso es lo que no lo hace infeliz. -A ver si entiendo, estar en el círculo te hace infeliz. -Así es. -¿Y cómo salió? -Nunca entró. -¿Qué círculo es ese? -El círculo del 99. -Verdaderamente, no te entiendo nada. -La única manera para que entendieras, sería mostrártelo en los hechos. -¿Cómo? -Haciendo entrar a tu sirviente en el círculo. -¡Eso, obliguémoslo a entrar! -No, Alteza, nadie puede obligar a nadie a entrar en el círculo. -Entonces habrá que engañarlo. -No hace falta, Su Majestad. Si le damos la oportunidad, él entrará solito... solito. -¿Pero él no se dará cuenta de que eso es su infelicidad? -Si se dará cuenta. -Entonces no entrará. -No lo podrá evitar. -¿Dices que él se dará cuenta de la infelicidad que le causará entrar en ese ridículo círculo, y de todos modos entrará en él y no podrá salir? -Tal cual. Majestad, ¿estás dispuesto a perder un excelente sirviente para poder entender la estructura del círculo? -Sí. -Bien, esta noche te pasaré a buscar. Debes tener preparada una bolsa de cuero con 99 monedas de oro, ni una más ni una menos. ¡99! -¿Qué más? ¿Llevo los guardias por si acaso? -Nada más que la bolsa de cuero. Majestad, hasta la noche. -Hasta la noche. Así fue. Esa noche, el sabio pasó a buscar al rey. Juntos se escurrieron hasta los patios del palacio y se ocultaron junto a la casa del Hasán. Allí esperaron el alba. Cuando dentro de la casa se encendió la primera vela, el hombre sabio agarró la bolsa y le pinchó un papel que decía: "Este tesoro es tuyo. Es el premio por ser un buen hombre. Disfrútalo y no cuentes a nadie cómo lo encontraste." Luego ató la bolsa con el papel en la puerta del sirviente, golpeó y volvió a esconderse. Cuando Hasán salió, el sabio y el rey espiaban desde atrás de unas matas lo que sucedía. El sirviente vio la bolsa, leyó el papel, agitó la bolsa y al escuchar el sonido metálico se estremeció, apretó la bolsa contra el pecho, miró hacia todos lados de la puerta, y se arrimaron a la ventana para ver la escena. El sirviente había tirado todo lo que había sobre la mesa y dejado sólo la vela. Se había sentado y había vaciado el contenido de la bolsa sobre la mesa. Sus ojos no podían creer lo que veían, ¡Era una montaña de monedas de oro! El, que nunca había tocado una de estas monedas, tenia hoy una montaña de ellas para él. El sirviente las tocaba y amontonaba, las acariciaba y hacía brillar la luz de la vela sobre ellas. Las juntaba y desparramaba, hacía pilas de monedas. Así, jugando y jugando empezó a hacer pilas de 10 monedas. Una pila de diez, dos pilas de diez, tres pilas, cuatro, cinco, seis.... y mientras sumaba 10, 20,30, 40, 50, 60....hasta que formó la última pila: 9 monedas !!! Su mirada recorrió la mesa primero, buscando una moneda más. Luego el piso y finalmente la bolsa. "No puede ser", pensó. Puso la última pila al lado de las otras y confirmó que era más baja. -¡¡Me la robaron -gimió- me la robaron!! Una vez más buscó en la mesa, en el piso, en la bolsa, en sus ropas, vació sus bolsillos, corrió los muebles, pero no encontró lo que buscaba. Sobre la mesa, como burlándose de él, una montañita resplandeciente le recordaba que había 99 monedas de oro, "sólo 99". "99 monedas. Es mucho dinero", pensó. Pero me falta una moneda. Noventa y nueve no es un número completo -pensaba- Cien es un número completo, pero noventa y nueve no. El rey y su asesor miraban por la ventana. La cara del sirviente ya no era la misma, estaba con el ceño fruncido y los rasgos tiesos, los ojos se habían vuelto pequeños y arrugados y la boca mostraba un horrible rictus, por el que se asomaban los dientes. El sirviente guardó las monedas en la bolsa y mirando para todos lados para ver si alguien de la casa lo veía, escondió la bolsa entre la leña. Luego tomó papel y pluma y se sentó a hacer cálculos. ¿Cuánto tiempo tendría que ahorrar el sirviente para comprar su moneda número cien? Todo el tiempo hablaba solo, en voz alta. Estaba dispuesto a trabajar duro hasta conseguirla. Después quizás no necesitara trabajar más. Con cien monedas de oro, un hombre puede dejar de trabajar. Con cien monedas de oro un hombre es rico. Con cien monedas se puede vivir tranquilo. Sacó el cálculo. Si trabajaba y ahorraba su salario y algún dinero extra que recibía, en once o doce años juntaría lo necesario. "Doce años es mucho tiempo", pensó. Quizás pudiera pedirle a su esposa que buscara trabajo en el pueblo por un tiempo. Y él mismo, después de todo, él terminaba su tarea en palacio a las cinco de la tarde, podría trabajar hasta la noche y recibir alguna paga extra por ello. Sacó las cuentas: sumando su trabajo en el pueblo y el de su esposa, en siete años reuniría el dinero. Era demasiado tiempo!!! Quizás pudiera llevar al pueblo lo que quedaba de comidas todas las noches y venderlo por unas monedas. De hecho, cuanto menos comieran, más comida habría para vender.... Vender.... Vender.... Estaba haciendo calor. ¿Para qué tanta ropa de invierno? ¿Para qué más de un par de zapatos? Era un sacrificio, pero en cuatro años de sacrificios llegaría a su moneda cien. El rey y el sabio, volvieron al palacio. El sirviente había entrado en el círculo del 99... Durante los siguientes meses, Hasán siguió sus planes tal como se le ocurrieron aquella noche. Una mañana, el sirviente entró a la alcoba real golpeando las puertas, refunfuñando de pocas pulgas. -¿Hasán, qué te pasa?- preguntó el rey de buen modo. -Nada me pasa, nada me pasa. -Antes, no hace mucho, reías y cantabas todo el tiempo. -Hago mi trabajo, ¿no? ¿Qué querría su Alteza, que fuera su bufón y su juglar también? No pasó mucho tiempo antes de que el rey despidiera al sirviente. No era agradable tener un paje que estuviera siempre de mal humor.


Mensaje Moral: Nunca somos felices del todo. Cuando conseguimos lo que deseamos, pronto nos sentimos insatisfechos y queremos MÁS. Nuestro ego nunca se hincha. Nunca estamos saciados. Pensamos que la felicidad está en aquel dinero que nos falta, cuando lo tenemos, queremos otra moneda más. Todos somos esclavos y estamos sumidos en ese círculo del 99. ¿Por qué no contentarnos con lo que tenemos? Seríamos tan felices si de vez en cuando hicieramos ejercicio de conciencia y nos dieramos cuenta de que en realidad lo tenemos TODO: nuestra familía, nuestros amigos, nuestras mascotas. ¡Todo el amor del mundo! Estamos vivos y estamos sanos. NADIE ESTÁ VACÍO, TODOS TENEMOS LA FELICIDAD EN NUESTRAS MANOS. Solo hay que pensar en todo lo que tenemos y sentirnos afortunados dando las gracias a Dios, o al universo, o al destino o al cielo (a lo que uno crea) Debemos dejar de pensar en lo que nos falta, porque así no caeremos en ese círculo y nunca seremos desdichados.



Jessy